El objetivo de este libro es hacer un análisis crítico del concepto de consentimiento sexual desde la teoría feminista, teniendo en cuenta otras aproximaciones teóricas y citándolas, así como a quienes representan estas aproximaciones
1. El Consentimiento
El Consentimiento aparece ligado a la cuarta ola feminista, la denuncia de la violencia sexual y del malestar de las mujeres por subordinar su deseo al de los hombres en el contexto político y económico de la expansión del capitalismo neoliberal. En este mismo contexto aparece un movimiento cultural en torno a la libertad sexual, de la que se ha apropiado el capitalismo, para convertir la sexualidad en producto de consumo. La Categoría del Consentimiento sexual se encuentra en el centro del debate entre feminismo y libertarismo sexual.
2. Cómo se construye el consentimiento sexual
La crítica feminista no es al concepto de consentimiento sexual, sino a las condiciones que lo dificultan, en diferentes grados, o lo hacen inviable.
El consentimiento feminista es una herramienta de autonomía y libertad para las mujeres, crítica la violencia sexual y reivindica el deseo. Para el libertarismo sexual el consentimiento está centrado en la voluntad y la justificación de prácticas sexuales no normativas.
El problema está en el intento por parte del sector libertario de sustituir la agenda feminista por la suya propia, eliminar de la ecuación el dominio masculino. para que el consentimiento sexual aparezca siempre como un acto libre y la opresión patriarcal desaparezca del discurso, sustituida por la sexualidad normativa como fuente de opresión.
El paradigma feminista investiga cuáles son y cómo funcionan las herramientas de dominio patriarcal y capitalista mediante la socialización diferenciada por sexo que impide a las mujeres ejercer el libre consentimiento sexual, porque no existen condiciones reales de igualdad.
3. Consentimiento contractual y consentimiento sexual
La teoría del contrato social explica un pacto entre hombres, que renuncian voluntariamente a una mítica libertad individual para construir espacios políticos y sociales de libertad colectiva y democracia. Estos pactos excluyen a las mujeres. Cobo cita a Carol Pateman y su concepto de un contrato sexual previo entre los hombres, que se reservan una mujer para cada uno y el acceso ilimitado y colectivo a otro grupo de mujeres. Con el contrato social posterior el espacio privado y doméstico, que recluye a las mujeres, queda fuera de la política. La libertad civil de los hombres incluye el dominio sexual masculino sobre las mujeres. Capitalismo y patriarcado moderno se constituyen conjuntamente.
A diferencia del consentimiento contractual, el consentimiento sexual es revocable en cualquier momento y debe ser confirmado durante la relación, esto contradice los patrones de sexualidad masculinos, que son los dominados y llevan a las mujeres a decir sí y las relega a una situación pasiva.
4. El imaginario de la libertad sexual
La sexualidad se sitúa hoy en el centro de la modernidad como sinónimo de bienestar emocional y proyecto político de liberación humana. Este proyecto forma parte de la nueva izquierda, creado durante revolución sexual de los 60 en un momento de esperanza y optimismo. Esta libertad sexual pasará a formar parte del subjetivismo neoliberal y patriarcal. La revolución sexual se vinculó al deseo masculino y a un negocio económico global de mercantilización del cuerpo femenino; la nueva izquierda sometió a crítica a todas las instituciones, excepto el patriarcado, del análisis crítico de esta deriva surgió el feminismo radical.
5. El lugar del feminismo en la izquierda anticapitalista
La izquierda de mayo del 68 será referente de la izquierda surgida a partir de 2015 en respuesta a las políticas de austeridad. Esta izquierda tiene propuestas anticapitalistas y de cambio cultural centrado en la liberación sexual. Lo que falta es el sujeto político, la alianza entre clase trabajadora y sectores de clases medias que apoyaban el comunismo y la socialdemocracia. El feminismo se convierte en pieza central en la búsqueda de un nuevo sujeto político, mientras el movimiento feminista se resiste a ser apropiado por un determinado espacio político, donde se perfila una agenda doble, basada por una parte en la sexualidad y por otra articulada en torno a la lucha contra la violencia sexual y la explotación laboral de las mujeres. La agenda sexual incluye la regulación de la prostitución, libertad de la pornografía, legalidad de vientres de alquiler. Esta agenda será la preferida de la izquierda, legitimada por la teoría queer, que aspira a ser el paradigma de la teoría feminista: debilitar la categoría de sexo, lo que implica cuestionar la base material de la opresión de las mujeres y afirmar la construcción social de esta opresión, el género, como identidad legal elegible. Así empieza el enfrentamiento del feminismo con la teoría queer y la izquierda, que la impone como agenda.
6. De las otras al «nosotros»
La reivindicación de la diversidad de las mujeres por el origen, clase social, aspecto físico, orientación sexual etc. surgió de la crítica al feminismo hegemónico al que se considera centrado en mujeres blancas, heterosexuales y de clase media. La responsabilidad de los privilegios que unas mujeres pueden tener sobre otras se pone sobre el feminismo, ignorando las estructuras patriarcales y capitalistas. Sobre esta base las teóricas queer concluyen que sexo, género y sexualidad son construcciones culturales y cuestionan la existencia objetiva de las mujeres como seres humanos de sexo femenino.
Junto a la idea de diversidad existen mecanismos sociales que nos presentan a las mujeres como un grupo identitario, formado por las otras en contraste con el modelo universal masculino. El feminismo investiga las causas de la alteridad: las mujeres no pactamos ningún contrato social, las bases de la democracia son masculinas. El espacio de los hombres es el de los» Iguales», el espacio de las mujeres es el de las» idénticas» y desiguales. La minusvaloración del espacio asignado a las mujeres precariza el consentimiento sexual, que se utiliza para validar antiguas y nuevas formas de opresión.
7. Consentimiento sexual y post feminismo
El Consentimiento acabaría con la violencia sexual mediante el reconocimiento legal de la capacidad de consentir de las mujeres, que podrían detener cualquier agresión sexual a título individual negando el consentimiento y exponiendo a los hombres. Al mismo tiempo se considera negativa la penalización excesiva de los delitos sexuales, que debería ser sustituida por otras medidas reparadoras y no punitivas. Se obvian otra vez las estructuras de poder patriarcales y el hecho de que los delincuentes sexuales acostumbran a ser reincidentes y responden a ideas de poder y dominio muy profundas, que tienen una solución difícil fuera del marco jurídico. El llamado post feminismo propone sustituir la reivindicación por la confianza y el empoderamiento y la agencia. El post feminismo no plantea soluciones para la situación global de las mujeres ni por la explotación capitalista y la mercantilización de los cuerpos, es etnocéntrico, clasista e individualista.
8. Libertarismo sexual
Es una radicalización de la idea de libertad sexual, que considera que cualquier limitación al ejercicio de la sexualidad es nociva, que la ruptura de cualquier límite sexual tiene capacidad anti sistémica. Después de exaltar el deseo y ante la crítica feminista del consentimiento, el libertarismo sexual introduce la voluntad, con o sin deseo; así se legitima la prostitución como sexualidad disidente, empoderamiento y libertad femenina y se reivindica la libertad sexual ante cualquier limitación legal. La sexualidad y no la violencia patriarcal o la desigualdad, debería ser la principal preocupación del feminismo. Otra vez se obvia la existencia de mujeres y niñas del mundo sometidas legalmente a la coerción patriarcal y a situaciones extremas de desigualdad y opresión. El neoliberalismo sustituye cada vez más el deseo por la voluntad e identifica el cuerpo humano, especialmente de mujeres y menores, como mercancía para satisfacer deseos ajenos, especialmente deseos masculinos, con la justificación del consentimiento.
El libro de Rosa Cobo Bedia tiene una potencia conceptual y de análisis que lo convierten en una obra imprescindible para entender y participar en los desafíos que afronta el feminismo mediante el debate en torno al consentimiento sexual.
Escrito por M. Xosé González Fontela.