Los testimonios de destransicionadoras

Aunque oímos hablar constantemente de las personas «trans», no oímos nunca hablar de las personas «detrans» o destransicionadoras. Las destransicionadoras son personas que debido a la disforia de género que sufrían optaron por un proceso de transición farmacológico y/o quirúrgico para parecer del otro sexo pero que después se arrepienten y deciden detenerlo y volver atrás, intentando revertirlo y reconociendo su sexo biológico.

La experiencia de la destransición, tanto a nivel personal, como médica y social, es una realidad que incomoda al movimiento transactivista, y los testimonios de las personas destransicionadoras se intentan ocultar apelando a una supuesta transfobia. Sin embargo, exponer esta cara oculta del fenómeno “trans” es muy necesario para ayudar a comprender la realidad tras el malestar que empuja a muchas personas a declararse “trans” e iniciar una transición médica de consecuencias irreversibles.

A continuación os mostramos los testimonios traducidos de mujeres que se identificaron durante un tiempo como «hombres trans», que explican su experiencia y que se atreven a compartir su historia: el contexto y los pensamientos que las llevaron a la transición, cómo la vivieron y finalmente cómo se dieron cuenta de que “ser trans” no era la solución a sus problemas.

Los testimonios de mujeres destransicionadoras

Carol, 41 años, California

  • La identidad transgénero me ofreció una explicación a porqué yo estaba mal. Toda mi vida me he sentido diferente. Nunca me he sentido como una niña porque nunca he podido actuar como lo hacían las demás. Cuando tenía 6 años lloraba y gritaba porque no quería llevar vestidos. Cuando tenía 9 pedía a mi madre un balón. Ella me decía «no, las pelotas son para niños». En la escuela los demás se reían de mí porque «me comportaba como un niño«. Me decían que mi forma de ser estaba mal, que tenía que comportarme como una niña.
  • Mis experiencias durante la infancia impactaron en mi identidad y autoestima. Odiaba ser una mujer. Al contrario de muchas destransicionadoras, yo viví muchos años como lesbiana antes de transicionar.
  • Viví una serie de eventos a los 30 años que me cambiaron la vida y me llevaron a una depresión oscura y profunda. Parecía que me estuviera ahogando y la disforia se volvió insoportable. La única forma que veía de salir de esta situación era transicionar.
  • Al principio, la testosterona que empecé a inyectarme aumentó mi estado de ánimo y mis niveles de energía. Pero después de dos años empecé a sufrir terribles efectos secundarios. La atrofia vaginal y uterina (que puede hacer que el tejido se agriete y sangre) era extremadamente dolorosa. Los niveles de colesterol me aumentaron y empecé a tener palpitaciones. Me puse tan ansiosa que empecé a tener ataques de pánico.
  • Empecé a tomar antidepresivos para tratar mi depresión y me permitieron hacerme preguntas difíciles, necesarias para atender a mi disforia sin seguir viviendo como persona trans. Ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida, pero me siento feliz todos los días de haber destransicionado.
  • Siento, por primera vez en la vida, que estoy viviendo de forma auténtica. Soy madre, cónyuge, lesbiana.

Fuente: Post Trans (post-trans.com) y artículo The Economist.

Keira Bell, Reino Unido

  • Desde los 14 años empecé a sentirme desconectada de mi cuerpo. Sentía que existía algún problema de disconformidad de género. Transicionar a hombre parecía la solución después de haber estado estancada en una depresión severa y sufriendo ansiedad mientras las chicas de mi alrededor parecían felices y tranquilas.
  • Creía que transicionar me permitiría navegar mejor por el mundo en mi cuerpo, ya no debería enfrentarme a los procesos corporales traumatizantes y a los inconvenientes de ser mujer. Me daría fuerza y ​​control sobre mi vida y no debería sufrir el peso de las expectativas que había sobre mis hombros, sería más atractiva y no me sentiría rara e incómoda con el sexo lésbico.
  • Me dieron bloqueadores de la pubertad a los 16 años. Testosterona a los 17. Una doble mastectomía a los 20. Un año después de mi cirugía el humo empezó a desvanecerse y empecé a pensar con claridad. Ni las hormonas, ni cirugía alguna me harían un hombre.
  • Todavía estaba alienada, deprimida y angustiada. Paré con las inyecciones y empecé a analizar mi mente. No había nacido mal, no me había liberado.
  • Mi cuerpo acabó dolorido, roto y desorientado. Como chica que no encajaba en los roles de género, me faltaban modelos de conducta y un sentido de comunidad. También tenía una carencia de educación sobre mi cuerpo femenino. Me faltaban amor y aceptación.

Fuente: Post Trans (post-trans.com)

Grace Lidinsky-Smith, Nueva York

  • He cometido muchos errores en mi vida. Pero ninguno me ha afectado de forma tan indeleble, ni me ha causado un arrepentimiento tan profundo como mi decisión del 2017 de realizar la transición de mujer a hombre. Mientras escribo esto, las cicatrices de la mastectomía me baten en el pecho. 4 años después, me he hecho mayor, más sabia y mucho más prudente. Pero las cicatrices siguen.
  • Durante nuestra breve consulta preoperatoria, mi cirujana dijo que ésta era una cirugía fácil. Recuperación rápida, volvería a la normalidad en muy poco tiempo.
  • Esperaba un poderoso alivio de mi disforia. No tenía ni idea de lo malo que sería. Pero una vez me operé, lo descubrí por mí misma.
  • Después de mi mastectomía, me sentí cosida, dolorida, espantoso. Mis suturas rezumaban sangre, mi abdomen estaba hinchado y grotesco. Mi pecho no se sentía nada natural. Una perturbadora sensación de adormecimiento y dolor ocasional había sustituido a lo que ahora me di cuenta de que era la sensación natural de mi cuerpo intacto. Y casi inmediatamente después de la cirugía, el temor al arrepentimiento comenzó.
  • No sólo eso, sino que mis sentimientos de disforia de género aumentaron. Mi obsesión migró a mis caderas, a mi voz ya mis gestos. La mitad superior de mi cuerpo parecía bien, pero ¿qué haría con mis caderas? ¿Cómo me movía? Estaba más obsesionada que nunca.
  • Tuve esa terrible sensación: que nada sería suficiente, que podría seguir cortando y cortando mi cuerpo, pero aún sería la misma, cada vez más herida por debajo. Ese sentimiento crecía y crecía. Cuando se hizo lo suficientemente fuerte, empecé a darme cuenta de que debería destransicionar. Detuve T, y entonces mi tristeza amortiguada por las hormonas volvió a inundarme.
  • Cuando me di cuenta de que mi mastectomía había sido un error, me sentí traicionada y confundida.
  • Fue difícil, especialmente en los primeros seis meses. Emperó después de que me di cuenta de que necesitaba destransicionar y hacer las paces con mi cuerpo y aceptar que nunca se restauraría.

Fuente: Post Trans (post-trans.com) y Blog personal.

Sinéad Watson, 30 años, Escocia

  • No me gustaban los vestidos. Yo quería jugar con los chicos, subir a los árboles y rodar por el barro. Cuando tuve mi período, me sentí asquerosa, sucia y avergonzada. También sufrí con los cambios de apariencia, especialmente con la atención no deseada que comportaba tener pechos grandes. con mi cuerpo y aceptar que nunca se restauraría.
  • El proceso de obtener hormonas fue sorprendentemente sencillo: no hubo una investigación profunda sobre lo que podría haber causado mi depresión. Las agresiones nunca surgieron.
  • Al principio la testosterona parecía una solución milagrosa. Antes, intentar motivarme para hacer cualquier cosa era una pesadilla. Con la testosterona volví al gimnasio, empecé a correr de nuevo.
  • Pasaba por delante de pubs con borrachos fumando fuera y ni siquiera me miraban. Era un mundo distinto. No había miedo a que me siguieran o me tocaran o, en el peor de los casos, que me violaran.
  • Me sometí a una doble mastectomía y tenía la intención de hacerme una cirugía «inferior» (faloplastia). Pero entonces surgió mi depresión y empezaron mis dudas.
  • Todos los problemas que se suponía que debían resolverse con la transición todavía estaban allí. Había desarrollado problemas de vejiga a causa de la testosterona y estaba experimentando rampas abdominales graves. Tuve una crisis de identidad masiva y no podía creer lo que había hecho.
  • Dejé de tomar testosterona, pero muchos de los cambios, la mastectomía, la voz más profunda y el aumento del pelo facial nunca se revertirán. Para mí, la destransición significa aceptar mi cuerpo tal y como es ahora, aunque inevitablemente me sienta arrepentida. Lo que debería haber hecho era intentar aceptar mis senos normales y sanos. He perdido esa oportunidad.

Fuente: Entrevista The Times.

Michelle Alleva, 30 años, Canada

  • Me identifiqué como transgénero durante diez años. Durante ese tiempo, hubiera dicho que tenía una «identidad de género» en desacuerdo con el sexo que se observó y registró cuando nací. Parte de la destransición fue dejar de suscribir el marco de la identidad de género. La destransición me obligó a examinarlo para entender por qué había hecho la transición. Pero cuanto más examinaba, menos sentido tenía.
  • Una parte de la sociedad ha decidido que es «progresista» permitir que las personas que son varones se identifiquen en la categoría femenina y viceversa. También creí esto durante muchos años.
  • No me daba cuenta de hasta qué punto convertir a «hombre» y «mujer» en categorías mixtas afectaría a toda la sociedad.
  • Mis características femeninas me provocaron tal angustia emocional que me hice una mastectomía y una histerectomía. Negar mi realidad material no me sirvió en absoluto. Me convirtió en alguien que creía tener derecho a controlar cómo me percibían los demás. Hizo que mi felicidad dependiera de eso. Estaba abocada a la decepción. Nunca puedes controlar cómo te perciben los demás.
  • La actual campaña política en torno al género no trata de los derechos humanos. Se trata de la redefinición de las clases de sexo biológico. No es un «derecho humano» redefinir palabras para que te incluyan. No es un “derecho humano” ocupar un espacio reservado al sexo opuesto. No es un «derecho humano» que se les conceda el acceso a fármacos y cirugías mediante el autodiagnóstico.

Fuente: Blog personal.