La prostitución en Alemania

En Alemania, la prostitución se legalizó en 2002 con la Ley de la Prostitución promovida por el Partido Verde, socio del Partido Socialdemócrata en la coalición de gobierno del canciller Gerard Schröder. La Prostitutionsgesetz permitía el “trabajo sexual de servicio completo” y los contratos de “trabajo sexual” entre proxenetas y mujeres prostituidas, con el objetivo de inscribirlas en la seguridad social. La regulación de la prostitución convirtió a Alemania en el burdel de Europa, pero la situación de las mujeres no mejoró y 5 años después menos del 1% tenía contrato laboral.

Lo que sí produjo la aprobación de la ley fue un incremento masivo del número de prostíbulos y del tráfico de personas, con mafias que traficaban chicas de Europa del Este, particularmente de Ucrania, a Alemania para prostituirlas. Las bandas proxenetas, vinculadas a delitos como el tráfico de drogas y armas, la asociación criminal, la extorsión y los delitos con violencia, se hicieron fuertes en la gestión de los prostíbulos legalizados. Las redadas policiales que se hacían allí concluían sistemáticamente que las mujeres se encontraban en situación de explotación sexual. Sin embargo, la legislación impedía perseguir a sus explotadores. En 2007, Alemania era uno de los principales destinos de las víctimas de tráfico de seres humanos, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

También proliferaron unos espacios llamados Läufhaus, que podemos traducir como “casas de mujeres”, promovidos por los ayuntamientos como forma de controlar las zonas de las ciudades donde se ubicaba la prostitución. Los Läufhaus son edificios de habitaciones con baños compartidos, donde las mujeres prostituidas atienden a los puteros. Formalmente, los propietarios de los Läufhaus sólo alquilan las habitaciones, pero sus precios abusivos (de entre 80 y 150 euros al día) hacen que se lleven la mayor parte de lo que ellas ganan, y su poder sobre las condiciones «de trabajo» de las mujeres los convierten de facto en sus proxenetas, sin que la ley los considere como tales. Además, muchas mujeres no pueden permitirse un segundo alquiler y acaban durmiendo en estos mismos espacios.

Informe de evaluación de la ley alemana, elaborado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de España

Ante este fracaso, en 2017 el Parlamento Federal alemán se vio obligado a aprobar una nueva legislación, llamada Ley de protección de las prostitutas. Esta ley promovía la inscripción de mujeres prostituidas en la seguridad social, establecía un registro oficial de prostíbulos y tenía como principales novedades la obligación para las mujeres prostituidas de hacerse un examen médico anual, la obligación del uso del preservativo y límites a la publicidad, por ejemplo de prostitución con embarazadas. Con los años también se habían ido prohibiendo aspectos como la prostitución de menores (antes de 2008 la prostitución de niñas de 16 y 17 años era legal) o la promoción de la prostitución entre chicas menores de 21 años.

Pese a la reforma, la situación sigue igual. En las estadísticas constan 23.743 mujeres registradas oficialmente el 2021 (un descenso respecto al 2019, cuando había 40.400) y 2.286 prostíbulos. No se sabe cuántas de estas mujeres tienen seguro médico. Sin embargo, estudios elaborados por organizaciones del propio negocio proxeneta sitúan el número real en una cifra muy superior. Hydra (una organización de prostitutas) calcula que existen 400.000 mujeres prostituidas en Alemania, 10 veces más que las cifras oficiales. Un estudio de la asociación TAMPEP (European Network for the Promotion of Rights and Health among Migrant Sex Workers) también habla de 400.000 personas, 93% mujeres, 3% transexuales y 4% hombres, que atienden la demanda masculina homosexual. La mayoría de las mujeres prostituidas son extranjeras (un 63%), principalmente procedentes de Bulgaria, Rumanía, Polonia y Ucrania, y viven en los mismos prostíbulos.

Estadísticas oficiales sobre la prostitución en Alemania

Estudio de la asociación TAMPEP

En el contexto de la reforma, en 2016 el Comité de Familia, Personas Mayores, Mujeres y Salud del Bundestag llevó a cabo una serie de audiencias públicas con expertos para conocer sus impresiones sobre el estado de la prostitución 15 años después de su regulación. En este comité intervino Wolfang Heide, médico especialista en ginecología y obstetricia, que atendía de forma gratuita a mujeres en situación de prostitución tanto en su consulta privada como en un centro de asesoramiento en Manheim. Su declaración es un retrato crudo, doloroso y realista de la violencia que supone la prostitución para las mujeres que se ven abocadas a ella y una constatación de que la regulación de la prostitución es sólo una legalización inaceptable de esta violencia.

Podéis encontrar la declaración íntegra de Wolfgang Heide en el Bundestag:

A continuación encontraréis un resumen de la declaración de Wolfgang Heide en el Bundestag el 6 de junio de 2016. Heide comienza advirtiendo de que la regulación de la prostitución “nunca puede proteger completamente a las mujeres en prostitución de violaciones de la dignidad humana, del daño a la salud, físico y psicológico, así como de la trata y de influencias criminales, incluida la coacción para prostituirse”.

1. Mujeres embarazadas en prostitución

Wolfgang Heide describe un espeluznante panorama sobre la explotación de mujeres embarazadas en la prostitución, con prácticas aberrantes como ofertas «gang bang» (gang = banda; bang = polvo), o juegos sexuales con heces. Heide señala la profunda contradicción de que el trabajo con sustancias peligrosas no esté permitido para mujeres embarazadas, pero en prostitución pueden atender hasta 30 clientes al día.

La falta de acceso a anticonceptivos o a un seguro médico conduce a embarazos no deseados y a situaciones desesperadas. Las mujeres ocultan los embarazos para no convertirse en objeto de codicia por parte de puteros y proxenetas. Cuando se diagnostica, el embarazo ya está avanzado y el aborto legal no es posible. Esto lleva a las mujeres a un aborto ilegal en el extranjero, con el riesgo que supone. 

Inmediatamente después, el “trabajo” continúa. El doctor Heide relata el caso de una mujer que acababa de dar a luz y le pidió ayuda para volver a “trabajar”, ya que llevaba retraso en el pago del alquiler y el casero del Läufhaus la estaba presionando (el niño había sido dado en adopción). La mujer tenía lesiones de parto, desgarros vaginales y perineales, flujo vaginal pronunciado y dolores de recuperación. Estas mujeres sufren dolores interminables durante el coito y, sin embargo, hay puteros a los que no parece importarles, al contrario, parece que buscan algo así. Heide explica que los coitos reiterados tras el parto provocan daños permanentes, y advierte: “estas son sólo las lesiones físicas. El trauma psicológico sólo se puede soportar con medicamentos, alcohol o drogas.” Además de los riesgos para la madre, también es probable que se produzcan daños en el bebé.

2. Múltiples riesgos de la prostitución 

Las mujeres prostituidas generalmente sufren dolor crónico en la parte baja del abdomen causado por inflamaciones y trauma mecánico [derivado de las penetraciones continuas] que es difícil de tratar médicamente. Las mujeres están bajo mucha presión, ya sea por los retrasos en el alquiler o por su entorno, y tienen que seguir “sirviendo a clientes” en condiciones de dolor insoportable. Además de las heridas causadas por el estrés “mecánico” excesivo, también están las heridas causadas por los propios puteros. Todas las prostitutas explican que los puteros son brutos y agresivos con frecuencia. “El cliente sensible es una falacia”, más bien al contrario: el poder y la brutalidad juegan un papel fundamental.

3. Condiciones de vivienda y edad de las prostitutas

Wolfgang Heide describe de manera muy gráfica la situación en los Laufhäus: “mujeres jóvenes (en realidad, adolescentes), muy asustadas, esperando a los “clientes” delante de una habitación”. Estas habitaciones tienen entre 8 y 10 metros cuadrados y el mobiliario consiste en una cama, un armario y un espejo. El lavabo y la ducha están en el pasillo. Aquí es donde “trabajan” y viven. Las mujeres duermen en la misma cama en la que previamente han atendido a 10-15 puteros, como máximo 5 horas, y están disponibles el resto del día. 

Muchas de estas mujeres no hablan alemán y apenas son mayores de edad. Son jóvenes e ingenuas, y se aprovechan de ellas para prostituirlas. En el mercado prostitucional se las llama “carne fresca”, y eso es precisamente lo que buscan los puteros. Ante esta situación Heide rechaza que se pueda hablar de voluntariedad: “¿Sabe una joven de dieciocho años lo que significa dar servicio a 15-20 clientes al día, por vía vaginal, anal u oral? ¿Realmente puede entenderlo una joven con poca experiencia sexual o con un pasado de abusos sexuales? Las mujeres a menudo no saben ni en qué ciudad están, sólo conocen el burdel. Los daños a su salud física y psicológica son inmensos e irreparables.”

4. Asistencia médica para prostitutas

Casi el 90% de mujeres prostituidas no tienen acceso a seguro médico. Un número irrisorio está inscrita en la seguridad social vía contrato, y la mayoría de las que son “trabajadoras autónomas” no contratan seguro porque no se lo pueden permitir (sin tener en cuenta la edad y las barreras lingüísticas, que también lo dificultan). El coste del Läufhaus más los impuestos municipales pueden alcanzar los 150 euros diarios. “Las mujeres me piden continuamente que les haga un justificante de baja por enfermedad con la esperanza de que el propietario del Läufhaus les dé tregua en el pago del alquiler”, afirma el doctor Heide.

Por otra parte, los proxenetas les hacen tomar analgésicos cuando sufren dolores fuertes para evitar que acudan al médico y muchos directamente se lo prohíben. La única alternativa que les queda a las mujeres prostituidas es acudir a los centros de asesoramiento donde pueden acceder a asistencia médica gratuita y conseguir medicamentos. El doctor Heide asegura que “cuando una mujer agradece tanto una caja de ibuprofenos gratuita es evidente que no puede permitirse un seguro médico”. Así mismo, denuncia: “La no obligación de informar de cambios de ubicación y que el registro en el nuevo destino sea innecesario ignora la realidad. Las mujeres se trasladan a menudo, o son obligadas a ello, y hay riesgo de que desaparezcan.” 

5. Estado físico y mental de las prostitutas

El estado de salud de las prostitutas es catastrófico. A los 30 años, las mujeres están claramente envejecidas, tienen dolores abdominales persistentes e infecciones frecuentes debido a las malas condiciones de vida. El tabaco y el alcohol, las drogas y los medicamentos son la única forma de relajarse. El doctor Heide reproduce el relato de una mujer en su consulta: “Muchas chicas son enviadas por sus familias desde Rumanía o Bulgaria y piensan que pueden arreglárselas en la prostitución. Después de 3 días como máximo, están completamente trastornadas psicológicamente”. 

La contención del asco es una de las cualidades más necesarias en la prostitución, pero a muchos clientes ni siquiera les importa que la prostituta vomite. Ser prostituta sin tomar psicofármacos es imposible. Los traumas psicológicos causados por la prostitución representan un daño irreparable de por vida, y las mujeres que han abandonado la prostitución afirman que es muy difícil establecer después una relación “normal” con un hombre.

6. Prostitutas con discapacidad o trastornos mentales

Además del daño psicológico severo causado por la prostitución, la mayoría de mujeres prostituidas tiene experiencias tempranas de abuso. También hay casos extremos de mujeres con discapacidad o trastornos mentales en prositución. Lo más terrible es que existe un mercado especial para personas vulnerables: niñas y chicas, mujeres embarazadas, drogadictas, mujeres con discapacidad intelectual o trastornos mentales. En estos casos, el doctor Heide aboga por controlar estrictamente hasta qué punto una mujer es capaz de tomar una decisión autónoma, en base a su historial médico, sobre su situación de prostitución. Afirma que las adicciones a la droga, que son frecuentes, deberían conllevar una prohibición de registro, ya que las mujeres drogadictas están particularmente a merced de clientes con los más detestables deseos.

7. Atención sanitaria

La atención sanitaria, como la llevada a cabo en los centros de asesoramiento, sirve para construir una relación de confianza con los médicos, que es un requisito previo para poder hablar de temas como la violencia, las drogas o la coerción, que de otra manera se mantienen en secreto, y puede ser una oportunidad para empezar a salir del sistema. Sin embargo, el doctor Heide alertó contra los peligros de la obligación del examen médico. Una examinación genital forzosa es una violación de la intimidad personal, y además los proxenetas lo usan como reclamos de “sexo seguro” para sus “clientes”. Un examen médico tiene sentido si es en el interés de las mujeres, pero algunos prostíbulos pretenden conseguir “certificados” de “mujeres limpias”. Esto aumentaría la presión sobre las mujeres para no usar protección. La obligatoriedad del preservativo, dice Wolfgang Heide, debe servir a las mujeres para protegerse de los puteros, aunque duda de que se vaya a cumplir. 

La conclusión del doctor Heide no admite matices: “Después de años de trabajar con mujeres en prostitución, tengo una seria duda de que una regulación legal pueda protegerlas adecuadamente. La mayoría de mujeres en prostitución que conozco sufren condiciones inhumanas inaceptables, que conllevan un daño psicológico y físico enorme, incluyendo la explotación y la violencia”.