Alemania tras la legalización

Me siento honrada de tener la oportunidad de compartir nuestras experiencias con una ley que legaliza y normaliza la prostitución. Lejos de proteger a las mujeres, el “modelo alemán” ha supuesto un infierno en la tierra para ellas. Utilizo esta fuerte comparación a propósito, porque la situación en Alemania se ha vuelto extremadamente seria. Os haré una breve descripción de los efectos de esta ley.

¿Qué dice la policía? Los agentes de policía competentes que trabajan desde hace más de 30 años en el barrio rojo dicen que: hoy más del 98% de las mujeres en prostitución no lo hacen por voluntad propia si no por algún tipo de coerción. Helmut Sporer apunta que “la prostitución ha aumentado hasta un 30% desde 2022” y que “el 90% de las mujeres en prostitución están sometidas a diversas formas de presión”. Y Manfred Paulus sostiene que “Alemania se ha convertido en un centro de trata de personas y prostitución forzada”.

Muchos políticos tratan la prostitución como un tema políticamente irrelevante, lo cual ciertamente no lo es: ¡porque la trata de seres humanos con fines de explotación sexual se ha convertido en la actualidad en el negocio criminal más lucrativo! “No es como un Kalashnikov que se vende una vez y no se vuelve a ver nunca más; con una mujer, los compradores pueden obtener beneficios durante mucho tiempo», afirma el inspector jefe de policía Manfred Paulus.

Hemos cometido un gran error al implementar esta ley y hemos ido en una dirección que pocos podrían haber imaginado que sería tan desastrosa. La prostitución no tiene nada que ver con la liberación sexual, lo que cuenta es sólo el dinero. El beneficio de este negocio es enorme: estamos hablando de 15 mil millones de euros de transacciones directas cada año. Se ha convertido en un importante sector industrial donde los cuerpos de las mujeres son cosificados y utilizados como mercancía.

Hay 3.500 burdeles registrados oficialmente. Pero sabemos que hay al menos la misma cantidad de burdeles ilegales. Así, el objetivo principal, que pretendía sacar a las mujeres de la oscuridad, ha fracasado totalmente.

El Estado alemán, normalizando la prostitución y garantizando una despenalización total de los compradores de sexo, ha contribuido a un enorme aumento de la demanda. Asistimos a la creación de megaburdeles con capacidad para albergar a unos 1.000 compradores de sexo a la vez, e incluso más. Burdeles de “tarifa plana”, donde por 70 euros te ofrecen una cerveza, una salchicha y mujeres ilimitadas. Este modelo económico de explotación sexual de mujeres también ha supuesto una explotación económica de estas mujeres: ganan 30 euros por mantener relaciones sexuales, mientras que deben pagar alrededor de 160 euros por habitación y 25 euros de impuestos por día; es decir, tienen que servir a 6 hombres antes de empezar a ganar dinero.

Estas mujeres están sometidas a las reglas de un mercado libre del capitalismo en su forma más dura: sus cuerpos son explotados al máximo. Observamos condiciones de trabajo inhumanas que creíamos superadas desde principios del siglo XX: estas mujeres viven, comen y duermen en la misma habitación en la que reciben a sus “clientes”. Muchas de ellas llevan una vida nómada, moviéndose de una ciudad a otra y de un burdel a otro para ofrecer “variedad” a los compradores de sexo.

El comportamiento de los compradores de sexo se pervirtió de la noche a la mañana con una ley que normaliza la prostitución, cuyo mensaje para los hombres es claro: existe un “derecho” a comprar actos sexuales y ya no hay necesidad de sentirse culpable por ello. En consecuencia, los clientes se ven con derecho a exigir cada vez más «servicios» al precio más bajo.

Es el Estado alemán el responsable del desarrollo de prácticas sexuales totalmente incompatibles con la dignidad humana. Os ahorraré los detalles pero hoy, de forma completamente legal, puedes comprar a una mujer y orinarle en la cara, violarla en grupo u obligarla a tragar semen.

La demografía de las mujeres en la prostitución ha cambiado. Con la apertura de Europa hacia el este, las mujeres provienen de las regiones más pobres de Europa: Rumanía, Bulgaria, y a menudo son de minorías como la gitana, las que viven en la pobreza extrema. Hoy alrededor del 95% de las mujeres prostituidas provienen de otros países. Ha supuesto una prostitución de la pobreza.

“El 30% de estas mujeres son jóvenes, menores de 21 años. A menudo son sacrificadas por sus propias familias para poder sostenerlas económicamente. La mayoría no habla alemán. Estas mujeres jóvenes vienen a Alemania y son sometidas a los deseos perversos de estos compradores.

No son capaces de decir ‘no’, de defenderse. Están completamente abrumadas y traumatizadas por la situación”. Es el Estado alemán el que abandona a las mujeres más vulnerables y las entrega a empresarios criminales y depredadores sexuales.

Las personas que creen que la prostitución es «trabajo sexual» tienen una extraña fantasía en su mente. Piensan que una mujer de 18 años, de Bulgaria por ejemplo, quiere ir a Alemania a trabajar como trabajadora sexual en un burdel. No funciona así. Casi todas las mujeres de los burdeles alemanes han sido internadas allí por hombres: traficantes y proxenetas. Y, muy a menudo, han entrado en un vínculo con esos hombres: a veces es la propia familia la que sacrifica a una hija y la envía a un burdel alemán, a veces el traficante establece un vínculo con la víctima jugando una relación amorosa (esto es llamado el método del Loverboy: 1 de cada 6 mujeres traficadas son víctimas de loverboys), y a veces la víctima establece un vínculo con el traficante con la esperanza de un futuro mejor. Si vas a una clase de países pobres de Europa y preguntas si alguien quiere ir a Alemania, todos levantarán la mano. Eso hace que sea muy fácil reclutarlos engañándolos.

Las condiciones de trabajo y el nivel de higiene se han vuelto desastrosos. De 400.000 mujeres prostituidas (una estimación que tiene más de 20 años), sólo 44 se registraron como negocio independiente. La gran mayoría sigue siendo ilegal, lo que significa que no tienen acceso a un sistema social que les permitiría ver a un médico. El Estado alemán permite la explotación de estas mujeres y apoya que sean aplastadas por la industria del sexo, pero ni siquiera las incluye en un sistema de bienestar social.

Hay un informe médico reciente de un ginecólogo que trabaja con mujeres prostituidas. El estado de salud de estas mujeres es catastrófico. Al cabo de 30 años, a menudo muestran signos de envejecimiento prematuro. Todas las mujeres tienen dolores abdominales persistentes, gastritis e infecciones frecuentes debido al estado insalubre de sus condiciones de vida. Y, por supuesto, todo tipo de enfermedades de transmisión sexual. El trauma psicológico prácticamente sólo se puede tolerar con alcohol y drogas farmacéuticas. Informa sobre una creciente demanda de mujeres embarazadas en prostitución. Esas mujeres tienen que servir de 15 a 40 hombres al día continuamente hasta que dan a luz. Muy a menudo abandonan a sus hijos y se ponen a trabajar lo antes posible. A veces 3 días después del nacimiento del bebé.

Esas prácticas son totalmente imprudentes para la salud de la madre y de su hijo. Puede causar daños irreversibles al feto. Es absurdo hablar de los “derechos reproductivos” de las mujeres en prostitución, aquí se trata de los derechos de los compradores de sexo y de garantizarles su derecho a prosperar sin restricciones.

La Organización de Salud Mental de la Mujer me pidió que hablara el año pasado en la conferencia mundial en Dublín sobre la situación de la salud mental de las mujeres prostituidas en Alemania. ¿Qué puedo decir? ¿Cuál es la situación de salud mental de una mujer que queda reducida a un trozo de carne? Están totalmente destruidas. Una mujer que trabaja en un programa de salida para mujeres prostituidas me dijo que hay muy pocas mujeres que salen de la prostitución. Se quedarán hasta que se descompongan físicamente. Es sólo cuestión de tiempo. Me pregunté ¿por qué es así? Porque su voluntad ha sido quebrantada. Ya no existen como personas que tienen una identidad y un futuro que pueden imaginar para sí mismas. Estamos hablando de una traumatización compleja.

Un estudio realizado por el Ministerio Federal de Familia en 2004 demostró que el 87% de las mujeres en prostitución expresaron haber estado expuestas a violencia física, el 82% a violencia emocional, el 92% a acoso sexual, y el 59% a violencia sexual. Estas cifras por sí solas hacen difícil comparar la prostitución con un trabajo como cualquier otro. Y esta investigación se realizó hace más de 10 años; desde entonces, las cosas se han deteriorado significativamente. La violencia es una parte inherente a la prostitución, ¡pero el Estado alemán sigue negando estos hechos!

Vista desde la perspectiva de la psicotraumatología, la prostitución no es un trabajo como cualquier otro.

Para permitir que extraños penetren un cuerpo, es necesario suprimir los impulsos naturales: el miedo, la vergüenza, el disgusto, la alienación, el desprecio, la culpabilidad. En su lugar, las mujeres los sustituyen por: la indiferencia, la neutralidad, una concepción funcional de la penetración, una reinterpretación de este acto como un “trabajo” o «servicio». Estas mujeres han aprendido muy pronto a disociarse. De hecho, muchos estudios sobre este tema demuestran una estricta correlación entre la prostitución y la violencia experimentada durante la niñez. Estas mujeres fueron abandonadas por primera vez en su infancia, y son abandonadas por segunda vez por una política estatal que legitima su explotación sexual.

La prostitución como sistema utiliza esta traumatización para sus propios fines y beneficios. En ningún caso la prostitución puede definirse como “un trabajo” o “un servicio”. Las partes erógenas y reproductivas del cuerpo de las mujeres son demasiado sensibles para ser objetivadas y utilizadas como herramientas de trabajo. La prostitución sólo puede ejercerse en estado de disociación patológica.

Además, la prostitución no puede considerarse un trabajo, ya que es traumatizante. Numerosos estudios han demostrado que el riesgo de desarrollar un trastorno de estrés postraumático es mayor en la prostitución que en la guerra.

El “modelo alemán” de legalización de la prostitución se ha mostrado como una ley servicial al mundo delictivo y ha convertido a Alemania en El Dorado para traficantes, proxenetas y propietarios de burdeles, como afirma Manfred Paulus, inspector jefe de la policía. La policía se siente impotente frente a una ley que ha fortalecido el sistema prostitucional y ha transformado a los delincuentes en reconocidos empresarios. La ley de 2002 no ayudó a prevenir la trata de personas: en el año 2000, hubo 151 personas condenadas por trata, en 2011 sólo 32.

La policía registró 636 casos de trata de mujeres en 2011, tres veces menos que en 10 años antes. 13 de ellos eran menores de 14 años, 77 tenían menos de 18 años. La policía se siente impotente y se queja de que tienen poco poder para intervenir, porque sin poder obtener pruebas del delito, no pueden entrar en los prostíbulos. Además, los procesos judiciales dependen de la declaración de la mujer. Muy a menudo tienen demasiado miedo para dar un testimonio y los procedimientos se detienen.

Esas mujeres –una vez que están totalmente destrozadas– simplemente son enviadas de regreso. Puedes suponer lo que significa para esos países. Imaginemos que cada año 10.000 mujeres italianas regresan a Italia totalmente traumatizadas por los burdeles alemanes. Esto sería un desastre nacional que afectaría a la población durante generaciones. Una situación parecida a después de una guerra, que tarda mucho en recuperarse.

¿Y por qué se sacrifica a esas mujeres? ¿Por qué se las envía a una situación similar a la guerra? ¿Es para proteger al país contra invasiones o terrorismo? No, esas mujeres están siendo sacrificadas para que algunos hombres puedan tener relaciones sexuales cuando quieran, como quieran y con quien quieran. Es el Estado alemán el que anima a esos hombres a imponer sus actos sexuales a miles de mujeres.

Aproximadamente el 50% de los puteros tiene una relación, por lo que las mujeres son engañadas por sus parejas y maridos: haga usted mismo el cálculo: cada día 1,2 millones de hombres compran sexo. No son los mismos todos los días. Alemania es un país donde millones de mujeres son engañadas. Esas mujeres se autodenominan “Schattenfrauen”, que significa “mujeres de la sombra”. Permanecen a la sombra del sistema prostitucional, su voz y su trauma están siendo ignorados. Se quedan solas con la humillación y el menosprecio, que también es propio de las víctimas de traumas. Algunas de ellas se han puesto en contacto conmigo y dicen que es mucho peor si un marido acude a una mujer prostituida que si se enamora de otra mujer.

La prostitución destruye la capacidad de amar y por tanto nuestro sistema de valores fundamentales. La confianza, el respeto mutuo y la intimidad real se vuelven imposibles.

¡El sistema prostitucional promueve el odio! Contamina las relaciones humanas. Un Estado que legaliza la compra de sexo, fomenta el odio entre hombres y mujeres y destruye y traumatiza relaciones y familias durante generaciones.

También es un grave problema para Europa y la solidaridad social entre todos los ciudadanos europeos.

Alemania no parece tener problemas en utilizar a las mujeres más vulnerables de los países desfavorecidos de la UE, explotarlas sexualmente y rechazarlas cuando están totalmente traumatizadas. La gente de esos países, cuando tienen la oportunidad, nos preguntan por qué les hacemos esto a sus hijas.

Los políticos se dieron cuenta de que algo falló con esta ley e hicieron pequeños cambios. Como intentar corregir el 10% de los “errores” cometidos. Desde julio de 2017 contamos con una nueva ley llamada «Ley de Protección de las Trabajadoras Sexuales», donde se están implementando algunas regulaciones. Esto es lo que Manfred Paulus piensa sobre esta ley: ¡No es con un condón que se luchará contra el crimen organizado internacional! ¡La gente que hizo esta ley ha sido totalmente ingenua! Las mujeres que vienen del extranjero y trabajan en el barrio rojo no conocen la Alemania que los alemanes conocen y aprecian. No, son prisioneras de una sociedad paralela que es altamente criminal.

Estas mujeres viven en constante miedo. Alemania, con esta ley, se convirtió en el proxeneta de las mujeres más vulnerables de Europa. Los políticos alemanes y el Estado alemán tienen una responsabilidad histórica en el desarrollo de una industria del sexo que crea miles de víctimas de violencia sexual a diario y obtiene enormes beneficios de ellas.

Sólo hay una salida. ¡Necesitamos el modelo nórdico ya!

Dra. Ingeborg Kraus