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Stop a la explotación reproductiva de la ovodonación

A continuación os reproducimos el manifiesto elaborado por las compañeras de Rapiegas, una asociación feminista radical de mujeres asturianas con la que compartimos el objetivo de erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres.

¡NO SOMOS MERCANCÍA PARA LA INDUSTRIA REPRODUCTIVA, SOMOS PERSONAS!

STOP A LA CAPTACIÓN DE «DONANTES» DE LA INDUSTRIA REPRODUCTIVA EN LA UNIVERSIDAD

Cada vez es más frecuente encontrar anuncios que buscan «donantes» de gametos -óvulos y espermatozoides- en las universidades, algo inaceptable por las razones que procedemos a exponer:

– Las universitarias y los universitarios somos el objetivo de un biomercado de materias primas para una industria muy lucrativa que mueve más de 600 millones de euros al año en España, segundo destino mundial de turismo reproductivo, solo por detrás de EEUU.

– La laxitud de la legislación contempla una compensación por donación de gametos -entre 800 y 1000 euros- para compensar gastos de desplazamiento, molestias y posibles pérdidas laborales, pero, en realidad, dicha compensación encubre una compra y su cuantía fluctúa en función de la oferta y la demanda. Esta cantidad desciende cuanto más adversa es la situación socioeconómica; es decir, este negocio se lucra de la precariedad y vulnerabilidad de las personas, sobre todo de las mujeres jóvenes.

– Pero no solo eso; según la Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida: “La donación nunca tendrá carácter lucrativo o comercial. La compensación económica resarcitoria que se pueda fijar sólo podrá compensar estrictamente las molestias físicas y los gastos de desplazamiento y laborales que se puedan derivar de la donación y no podrá suponer incentivo económico para ésta. Cualquier actividad de publicidad o promoción por parte de centros autorizados que incentive la donación de células y tejidos humanos deberá respetar el carácter altruista de aquélla, no pudiendo, en ningún caso, alentar la donación mediante la oferta de compensaciones o beneficios económicos”.

Según esta misma ley, se califican como faltas graves:

● La retribución económica de la donación de gametos y preembriones o su compensación económica en contra de lo previsto en los artículos 5.3 y 11.6.

● La publicidad o promoción que incentive la donación de células y tejidos humanos por parte de centros autorizados mediante la oferta de compensaciones o beneficios económicos en contra de lo previsto en el artículo 5.3.

– En lo referente a la donación de óvulos, los anuncios apelan a nuestra generosidad y altruismo. Recurren al chantaje emocional con el único fin de mercadear con nuestra capacidad reproductiva, apelando a la empatía con las mujeres que no pueden concebir de manera espontánea. «Regala la posibilidad de ser madre», como reza la publicidad. Pero lo que la industria de la infertilidad llama «donación para ayudar a cumplir un sueño» no es otra cosa que biomercado y explotación reproductiva.

– El desempleo, la precariedad laboral, la probabilidad de no encontrar trabajo o de ser despedidas por ser madres y la dedicación exhaustiva a la carrera profesional (si es que tenemos suerte de dedicarnos a ella) nos obliga a las mujeres a retrasar nuestra maternidad a edades en las que se hace difícil o imposible lograrlo. Esto no solo convierte tanto a donantes como a receptoras de óvulos en víctimas de un sistema neoliberal, capitalista y patriarcal, sino en presas codiciadas por la industria reproductiva cuya publicidad busca que tanto unas como otras nos sintamos culpables: «Cada año se desperdician cientos de óvulos, muchas mujeres los necesitan».

– En la captación de donantes de esperma no se habla de altruismo ni de frustración, sino que este proceso se presenta como algo lúdico que permite ganar algún dinero. Aunque el mercado interesado pone al mismo nivel la donación de esperma y de óvulos, las diferencias entre estos biomateriales y su tratamiento son abismales.

– Las mujeres nacemos con un número finito de óvulos que se estima en unos 400 para toda nuestra etapa reproductiva; es decir, ese biomaterial con el que quieren negociar es limitado. Esto lo convierte en un bien muy preciado en los mercados internacionales, ya sea para reproducción asistida, investigación o clonación terapéutica. Por ello, este negocio tiene como objetivo a las mujeres más vulnerables, como son las estudiantes, con un poder económico más precario y con acceso a empleos peor pagados que deben compaginar con las clases.

– Nos seleccionan o descartan por nuestras características físicas (raza, peso, altura, color de ojos y cabello…), una eugenesia encubierta, y nos mienten diciendo que la ovodonación es un procedimiento inocuo, lo que es totalmente falso. Lo que ocurre es que no nos informan convenientemente de los riesgos asociados porque (¡sorpresa!) en treinta años de negocio reproductivo no existe ningún estudio exhaustivo -en ningún país del mundo- sobre los efectos de la ovodonación en nuestra salud a medio y largo plazo: las donantes dejamos de existir para las clínicas desde el momento en que consiguen su objetivo.

– En el proceso de ovodonación, nos hipermedicalizan con hormonas cuyo efecto no ha sido testado a largo plazo -somos sus conejillos de indias-, con el fin de estimular la producción de entre 10 y 20 óvulos por ciclo. La punción ovárica transvaginal con la que se extraen los óvulos es una cirugía menor, pero no deja de ser una intervención que implica riesgos y dolor antes, durante y después de su realización.

– Entre los efectos y los riesgos para nuestra salud a corto, medio y largo plazo nos encontramos con los siguientes: síndrome de hiperestimulación ovárica, perforaciones intestinales y de vejiga, fallo renal, pólipos intrauterinos, quiste de ovarios, tromboembolismo, distrés respiratorio agudo, hemorragia por la rotura del ovario, adelanto de la menopausia (con los efectos asociados, como envejecimiento prematuro y osteoporosis) e infertilidad. También se han reportado casos de cáncer en chicas muy jóvenes sin antecedentes familiares y sin factores de riesgo, pero con un único factor común: haber sido donantes de óvulos.

– Al contrario de lo que ocurre en otros tipos de donación de tejidos, órganos, fluidos y células, no se hace ningún seguimiento sanitario de las donantes ni por parte del Ministerio de Sanidad ni por parte de la SEF (Sociedad Española de Fertilidad), y aunque existe un registro de ovodonantes, regulado en la ley 14/2006 artículo 21, no consta ningún informe o estudio sobre este tema, por lo que hay mujeres jóvenes que, por necesidad económica, recurren a esta forma de obtener dinero en sucesivas ocasiones.

– El anonimato de la donación de gametos en España y la falta de información, propiciada por las clínicas que se están lucrando con la creciente demanda de las técnicas de reproducción asistida con gametos donados, hacen que no sepamos a quién vende la industria este biomaterial, con las consiguientes implicaciones éticas que conlleva. Y no debemos perder de vista que este material se utiliza en la práctica de los vientres de alquiler, eufemísticamente conocida como gestación subrogada, expresión máxima de la explotación reproductiva de las mujeres.

– Esta industria nos utiliza como materia prima, aprovechando que ni la sociedad ni el mercado laboral nos permiten ejercer la libertad de ser madres si lo deseamos cuando somos fértiles; privatiza nuestra salud reproductiva y favorece que unos pocos se hagan de oro a nuestra costa. Primero como producto y luego como clientas.

Por lo tanto, EXIGIMOS a todos los rectorados de las universidades, tanto públicas como privadas, que PROHÍBAN toda publicidad de este tipo en todos sus espacios.

PRIMERO: por obligado acatamiento de la legalidad vigente, ya que la ley 14/2006 prohíbe expresamente alentar a la donación por incentivos económicos, así como la publicidad o promoción que incentive la donación.

SEGUNDO: por una cuestión ética, por tratarse de publicidad engañosa que oculta deliberadamente los riesgos para la salud de las “donantes” y porque va dirigida al sector más vulnerable del alumnado, como son las estudiantes con menos recursos económicos.

Nos están diciendo que no hay riesgo para nuestra salud y NO ES CIERTO.

Nos hablan de porcentajes irrisorios de incidencias y NO ES CIERTO.

No podemos permitir que sigan captándonos con una publicidad engañosa, ilegal y manipuladora para abastecer a UNA INDUSTRIA QUE PRACTICA EL EXTRACTIVISMO DE NUESTROS CUERPOS Y DE NUESTRA CAPACIDAD REPRODUCTIVA PARA HACER NEGOCIO…

…Y QUE LUEGO NOS DESCARTA, HASTA QUE NOSOTRAS MISMAS NOS CONVERTIMOS EN LAS CLIENTAS DE ESA INDUSTRIA PORQUE EL SISTEMA NOS IMPIDIÓ EJERCER LA LIBERTAD DE SER MADRES CUANDO LO DESEÁBAMOS.

Sumemos nuestras voces

Pueden firmar el manifiesto de Rapiegas tanto personas a título individual como organizaciones.