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Resistencias institucionales a la igualdad: de los datos a los discursos

El 30 de noviembre, Feministes de Catalunya organizó un #WebinarFeminista bajo el título “Resistencias institucionales a la igualdad: de los datos a los discursos” a cargo de Inma Pastor, profesora titular de Sociología de la Universitat Rovira i Virgili y doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Este webinar forma parte del ciclo de Ciencias Sociales con Perspectiva Feminista que la asociación ha llevado a cabo durante el otoño de 2022, en el que se ha expuesto la crítica feminista a los paradigmas androcéntricos hegemónicos de varias ciencias sociales. 

Inma Pastor ha sido directora del Observatorio de la Igualdad de la Universitat Rovira i Virgili desde su creación en 2007 hasta el pasado mes de junio de 2022. Y es desde esa experiencia de 15 años desde donde Inma Pastor nos habla del trabajo llevado a cabo por este observatorio y de cómo, para poder implementar medidas que corrijan las desigualdades existentes entre mujeres y hombres en el contexto académico, es imprescindible realizar un trabajo preciso de diagnóstico de esas desigualdades. Y para ello resulta fundamental, por una parte, disponer de datos sistemáticos y rigurosos y realizar una tarea de interpretación de los mismos que sea igualmente rigurosa, y por otra, analizar los discursos de mujeres y hombres que forman parte de la comunidad académica respecto a estas cuestiones para identificar posibles resistencias. 

En 2022 se han cumplido 15 años desde que se aprobó la Ley de Igualdad (2007), coincidiendo también con la creación del Observatorio de Igualdad en la Universitat Rovira i Virgili. Por eso, es un buen momento para compartir reflexiones sobre qué impacto ha tenido dicha ley, qué está pasando en la universidad, y por qué, en el entorno académico, siguen existiendo resistencias a la igualdad entre mujeres y hombres, no solo desde la propia dinàmica de la universidad, sino también desde la voluntad de las personas que forman parte de ella.

Nos explica Inma Pastor que, desde la aprobación de la Ley de Igualdad en 2007, la institucionalización de las políticas de igualdad en la universidad se ha ido construyendo, de forma progresiva,  sobre 4 pilares clave: 

  • Alcanzar un consenso sobre el diagnóstico de la situación real de las mujeres.
  • Actuar frente a las desigualdades detectadas entre mujeres y hombres.
  • Creación de estructuras y planes de igualdad.
  • Trabajo activo por la igualdad en las universidades y en otros organismos. 

Todo ello partía ya de ciertos avances en la visibilización de la desigualdad entre mujeres y hombres en la academia, pues se trataba de una cuestión que, ya desde finales de los 90 y desde diferentes instituciones y países, se había puesto sobre la mesa. La primera evidencia fue que había muy pocas mujeres haciendo ciencia. Y esto no se quedaba ahí, sino que las propias instituciones no otorgaban a las mujeres académicas el reconocimiento que su trabajo merecía. 

Y, si bien es cierto que siempre existe margen para la mejora, Inma nos explica que en estos 15 años se ha conseguido institucionalizar las políticas de igualdad en la universidad para revertir ese primer diagnóstico. Y, en este sentido, la Ley de Igualdad (2007) supuso un detonante, pero también el resultado del trabajo de las mujeres dentro y fuera de la universidad.

A día de hoy, uno de los temores que Inma apunta en relación a las políticas de igualdad en la universidad es que las unidades de igualdad se conviertan en unidades meramente administrativas, pues no fueron creadas con ese objetivo. Muy al contrario, desde las unidades de igualdad se defienden iniciativas para formar al alumnado y al profesorado en la igualdad entre mujeres y hombres, se aborda el acoso en el entorno académico, se visibilizan las aportaciones científicas de las mujeres y se recuperan las voces de mujeres silenciadas en su momento, entre otras cuestiones. Y también desde estas unidades se han construido indicadores para medir la desigualdad y hacer un seguimiento, pues los datos siguen siendo una pieza fundamental, como ya lo fueron años atrás.

A modo de ejemplo, Inma nos cuenta que en los 80-90 se publicó, en la revista Nature, un dato muy revelador, y es que en el proceso para obtener una plaza en investigación, se detectó que las mujeres seleccionadas tenían 2,5 veces más méritos que los hombres seleccionados. Es decir, se puso en evidencia un claro sesgo sexista. Y en este sentido, Inma nos recuerda la importancia del trabajo de evidenciar la desigualdad, que requiere un esfuerzo de rigurosidad en la obtención de datos objetivos y en el análisis y la interpretación de los mismos. 

Otro riesgo que esconde el proceso de institucionalización de las políticas de igualdad en la universidad es el de que se vacíe de contenido las unidades de igualdad y que, desde éstas, sólo se aborde lo simbólico, obviando lo estructural. A pesar de ello, el balance que hace Inma del trabajo realizado es positivo, teniendo en cuenta la dificultad de base que plantea la modificación de las dinámicas de las grandes organizaciones como puede ser la universidad.

En el momento actual, uno de los principales retos a los que nos enfrentamos es el de mantener la medición de las brechas entre mujeres y hombres. Y, a este respecto, nos cuenta Inma Pastor que «tener datos desagregados por sexo es muy importante y no lo deberíamos perder. Debe ser una prioridad de las unidades de igualdad». Porque… ¿qué nos dicen los datos desagregados por sexo?

  • Que, a día de hoy, las mujeres son mayoría entre el alumnado de la Universidad. Y que estamos en situación de equilibrio entre el profesorado (aunque con variaciones entre universidades y entre ámbitos, como las ingenierías).
  • Que las alumnas presentan datos de menor abandono. Pero muchas veces el abandono de los alumnos (de sexo masculino)  se debe a una más rápida inserción laboral.
  • Que, en relación al personal docente e investigador, ellos hacen una promoción más rápida que ellas.
  • Que hay menos mujeres que hombres dirigiendo equipos y proyectos de investigación, así como tesis doctorales.

Todas estas cuestiones, nos explica Inma, tienen un claro impacto en el currículum de hombres y mujeres, generando muchos más beneficios en los currículums de los primeros. Además, en la evaluación posterior de estos currículums también se observa un claro  sesgo sexista a favor de los varones. De hecho, en experimentos llevados a cabo con currículums, se ha podido observar cómo, utilizando un currículum ficticio, los resultados de las evaluaciones fueron diferentes según si la evaluada era una mujer o era un hombre.

También se ha analizado el tono empleado en las cartas de recomendación, y se ha observado que éste varía si la persona objeto de esa recomendación es una mujer o un hombre. En el caso de las mujeres, se suelen poner en valor características como el ser trabajadoras, dedicadas, atentas o esforzadas. En ellos, en cambio, se destacan la excelencia y la brillantez.

Este conocimiento, enfatiza Inma Pastor, lo tenemos a día de hoy gracias al enorme trabajo  de muchas mujeres al frente de esas unidades de igualdad de las universidades durante todos estos años. Y sin embargo, este trabajo parece ser insuficiente. ¿Por qué seguimos teniendo menos catedráticas que catedráticos y un reparto no equitativo entre ambos sexos en la Universidad («los hombres tienen cargos, las mujeres encargos»)? ¿Cuáles son las resistencias?

A este respecto, nos relata Inma que durante todos estos años dedicados a la recopilación de datos para evidenciar las desigualdades entre hombres y mujeres en la Academia, también se recopiló información de carácter cualitativo. Y en ese proceso resultó sumamente revelador lo que las propias mujeres y hombres explicaron sobre su realidad, pues sus discursos contradecían lo que los datos evidenciaban: tanto ellos como ellas negaban esa situación de desigualdad. Aceptaban que podía ocurrir fuera de la Universidad, pero no en su entorno académico. Y en muchos casos, incluso, justificaban esa realidad de desigualdad, considerando que el sistema funcionaba bien y si las mujeres no llegaban, era su responsabilidad.

En relación directa con esta justificación, apunta Inma que recientemente se está reforzando en la Universidad el discurso de la meritocracia. Y esto alimenta una dinámica «egoísta», por la que el individuo sólo se tiene que ocupar de su currículum, lo que complica la creación de grupos de mujeres para pensar juntas sobre la igualdad, que tan exitosos fueron años atrás.

Y en paralelo, otro nuevo discurso que ha entrado a formar parte de la retórica en la Academia es el de la «diversidad», un concepto ambiguo que carece de base científica. A este respecto, Inma Pastor denuncia que la reivindicación de esa «diversidad» ha entrado en la Universidad y se quiere institucionalizar aprovechando esos pequeños espacios que habían ido construyendo las mujeres. Y, mientras que a las mujeres feministas se nos exigieron datos y pruebas para denunciar y corregir las desigualdades, en el caso de las “diversidades” no se exige nada.

Ante esta situación, tal y como afirma Inma, para poder construir estrategias efectivas para mejorar la situación de las mujeres es vital continuar disponiendo de datos desagregados por sexo. Sin embargo, ya está empezando a desaparecer esta variable: hay encuestas en la Universidad en las que se pregunta por el género (un sentimiento, una auto percepción, un constructo social) y no por el sexo (la realidad material).

Por todo ello, Inma señala la urgente necesidad de seguir evidenciando que la situación de desigualdad que sufrimos las mujeres forma parte de la Universidad y que el androcentrismo sigue liderando la transmisión de conocimiento. De hecho, estas desigualdades se pusieron muy claramente de manifiesto durante la pandemia del covid-19, cuando las mujeres académicas publicaron menos artículos y participaron en menos proyectos. Lo realmente preocupante, según Inma, es que ellos, en cambio, no pararon en una situación tan crítica y con tanta necesidad de cuidados. Este fenómeno, en definitiva, es una muestra más de que, según Inma Pastor, «estamos expropiando constantemente el trabajo y el tiempo de las mujeres, también dentro de casa».

Así, nos alerta Inma Pastor, debemos luchar por una ciencia no sexista y por contar con datos desagregados por sexo o las mujeres vamos a volver a desaparecer. Porque, si ponemos el foco en discursos basados en identidades o en lo simbólico, se desdibuja el origen de todo: la división sexual del trabajo. Porque existe una confusión interesada en considerar a las mujeres un «colectivo», una «minoría», una «particularidad», equiparable a las minorías de estos nuevos discursos, cuando en realidad somos la mitad de la población mundial. Cada Universidad decidirá cómo abordarlo, pero será necesario hacer todo lo posible por articular estrategias al respecto para otorgarle la importancia que merece.

Escrito por Pat Illa.

Podéis ver el webinar entero en este enlace: