El sábado 8 de octubre se presentó la Agrupación AMANDA de familias con hijas e hijos afectados por disforia acelerada, o Disforia de Género de Inicio Rápido (Rapid Onset Gender Dysphoria, ROGD), siguiendo la terminología propuesta por la Dra. Lisa Littmann, de la Universidad de Brown en 2018. El acto tuvo lugar en el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, ICOMEM, sin que quedara libre un solo lugar en un aforo de 400 plazas. Además de las familias que pudieron acudir a la cita desde todo el territorio del Estado, también estuvo presente una amplia representación de todas las organizaciones y plataformas feministas que venimos luchando desde hace ya varios años para impedir que la ideología transgenerista pervierta los derechos de las mujeres que tanto costó lograr.
Fue, sin duda, un éxito. Un hito en el rápido recorrido iniciado por las 8 madres que en otoño de 2021 se plantaron y se organizaron ante un fenómeno que ya estaba afectando a sus hijas y parecía tan incomprensible como dañino e imparable. Se negaban a aceptar el autodiagnóstico de sus hijas, también de sus hijos, aunque en menor número, que sin haber manifestado en ningún momento malestar o rechazo de su cuerpo sexuado se declaraban “trans” y querían iniciar una transición social y física, con todo el daño irreversible que ello podía comportar. Y se propusieron, tal como ellas mismas lo explican, investigar para comprender y unirse para pedir ayuda especializada y revertir aquellos procesos. Ahora ya son más de 300 las familias organizadas en AMANDA.
Un clamor unánime hecho de empatía y apoyo atravesó este acto impecable y emocionante protagonizado por mujeres valientes como Paloma Pulgar, madre y cofundadora de Amanda, y Nagore Goicochea, su hija, una joven desistidora, que expusieron su experiencia y su denuncia de aquello que el Proyecto de Ley «trans» pretende validar con argumentos delirantes: adoptar una supuesta identidad innata contraria al sexo de su cuerpo, intentando modificarlo usando binders -fajas compresoras del pecho, una de las cuales circuló entre el público-, accediendo a tratamientos con hormonas cruzadas e intervenciones quirúrgicas irreversibles. Mientras tanto, altos cargos del Ministerio de Igualdad y celebrities «trans» siguen repitiendo que ser mujer es lo que uno sienta y que «para ser quien realmente es» toda adolescente «tiene derecho» a amputarse las mamas, entre otras graves frivolidades.
El Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley “trans” el 29 de junio de 2021, al que Confluencia Movimiento Feminista y otras plataformas y organizaciones presentaron miles de alegaciones en pleno periodo vacacional, aunque la propaganda mediática no dejó un solo hueco a las voces críticas que nos oponíamos a la aprobación de tal ley, con escritos y movilizaciones presenciales en todo el Estado el 26 de junio de 2021. Un año después, no solo no se ha recapacitado sino que tenemos lo que ya es en firme un Proyecto de Ley «trans» enviado por el gobierno al legislativo para su aprobación. Un Proyecto de Ley que se quiere aprobar por una vía de urgencia basada en falsedades, votando en comisión y no en el pleno, y secuestrando así el debate público en el Congreso de los Diputados. Además, todos las diputadas y diputados autoproclamados feministas votaron contra una enmienda a la totalidad el jueves 6 de octubre, que se debatió ante los asientos de sus señorías mayoritariamente vacíos en una día que recordaremos como una infamia.
En contraposición, el 8 de octubre, solo dos días después, el anfiteatro del Colegio de Médicos se quedó pequeño. Las personas que acudimos accedimos al acto por estricta invitación y tras pasar un control por la experiencia previa de amenazas de grupos transactivistas. Quienes no acudieron, sin embargo, fueron los medios de comunicación, haciendo de nuevo patente el desprecio por la información veraz y plural. Tampoco mostró interés por el acto, ni siquiera por cortesía democrática, ya no digamos por prudencia política, ningún miembro del gobierno, y ni un solo representante de los grupos parlamentarios que quieren aprobar la ley “trans” se acercó a escuchar lo que las familias y los especialistas médicos tenían que decir.
Sí estuvimos allí muchas personas que hemos investigado y alertado contra la ideología transgenerista. Personas como Laura Freixas, en múltiples artículos; o como Alicia Miyares, autora de Delirio y misoginia trans, elocuente e inequívoco desde el propio título. Y no faltaron José Errasti y Marino Pérez Díaz, autores de Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género, obra que ya lleva 9 ediciones, revelando con ello la inquietud y el interés de la ciudadanía por entender qué está ocurriendo. Y también Ana Hidalgo, Araceli Muñoz, y yo misma, integrantes de DoFemCo y autoras de La Coeducación secuestrada. Critica feminista a la penetración de las ideas transgeneristas en la educación, que explica cómo se propaga el delirio “trans” desde las propias autoridades educativas y que sale a la venta este mismo noviembre. Muchas otras no pudieron asistir pero sentíamos que estaban ahí.
De Feministes de Catalunya, una entusiasta y comprometida delegación de nueve compañeras viajamos desde varias poblaciones catalanas para representar a todas las que también hubieran querido estar. Tras meses y meses de acciones de sensibilización y protesta, indignadas por el muro de silencio ante las amenazas y las agresiones, la mañana del sábado 8 de octubre en Madrid, en el auditorio y en la concentración posterior en la plaza del Museo Reina Sofía, no podíamos sino admirarnos por la valentía de las madres, llorar y gritar con ellas. Nosotras sí queríamos escuchar, acompañar y apoyar.
Desde la investigación feminista sostenemos que no hay infancia ni adolescencia trans, sino que se construye porque, como dice Heather Brunskell-Evans, es el pretexto que el transactivismo adulto y el #BigPharma necesitan para justificar sus objetivos políticos y económicos: instalar como verdad la falacia de que el sexo se puede cambiar, substituyendo la categoría sexo por el constructo subjetivo, fluido e inasible llamado «identidad de género», de manera que cualquier hombre debe ser considerado mujer con solo declararlo. El impacto es claro: el origen de la opresión patriarcal queda borrado y se pulverizan las bases de las políticas de igualdad, entre muchas otras consecuencias. Esto es especialmente grave para las chicas, que intentan huir de convertirse en mujeres, ante el aumento de la violencia sexual, la presión sobre sus cuerpos y el acoso múltiple del mercado sobre ellos como nunca antes en la historia de la Humanidad.
Y es crucial comprender la relevancia de las dos intervenciones realizadas desde la profesión médica en el acto del 8 de octubre por su posicionamiento rotundamente contrario a la ley «trans», aunque su visión no coincida enteramente con la del feminismo. El Dr. del Rio anunció la aprobación de un documento de posicionamiento por parte de la comisión deontológica del ICOMEM, que él mismo preside, argumentando la falta de fundamentación científica de la “reasignación del sexo» en menores. Y el Dr. Celso Arango, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón, recordó al gobierno la necesidad de escuchar a las voces expertas y afirmó que la ley trans es «una patada en el centro y el núcleo del feminismo». Además, ofreció un dato inapelable: «este último año el 20% de los adolescentes que tenemos ingresados en nuestra Unidad dicen ser trans. Hemos llegado a tener ‘transiciones’ en la propia planta del hospital. Algunas son niñas con TEA o Asperger. Para ellas declararse trans es su única esperanza de ser aceptadas». De ningún caso al 20% es un indicador inequívoco de contagio social, paralelo al que observamos en los centros educativos, que exige prudencia a quienes tienen la responsabilidad de legislar.
Las intervenciones de estas autoridades médicas son especialmente importantes porque, además, sea cual sea nuestro argumentario, lo que pensamos quienes acudimos el pasado 8 de octubre al acto de AMANDA en Madrid se convertirá en delito si se aprueba la ley «trans». Se nos podrá sancionar económicamente y tendrá serias consecuencias profesionales. El escándalo político, sanitario, educativo y social que se quiere perpetrar y que ya se está cebando en la salud mental y física de las y los menores debería interpelar a toda la sociedad, que debería escuchar y apoyar a quienes lo sufren en primera persona y se han organizado para hacerle frente. Con más razones todavía, nuestro lugar como feministas está al lado de las familias de AMANDA: hay que parar la aprobación del Proyecto de Ley «trans».
Escrito por Sílvia Carrasco