El pasado martes 15 de junio de 2021 desde Feministes de Catalunya organizamos un #WebinarFeminista con Esther Torrado, socióloga, que nos habló de “La cultura de la pornografía y la violencia contra las mujeres.” Nuestra compañera Elisa Martínez dio la bienvenida a la sesión destacando: «El porno es una industria global y millonaria donde pocas manos manejan la explotación de miles de mujeres, niños y niñas; donde se prepara a los consumidores para que acaben siendo puteros. Por desidia general, hemos ido entregando a esta industria la educación sexual de niños y niñas».
La ponente Esther Torrado dividió la conferencia en tres partes. En la primera parte analizó las condiciones por las cuales la violencia sexual se normaliza en nuestra sociedad. En la segunda parte se centró en la pornografía y en la tercera parte repasó una serie de datos sobre sexualidad y consumo de la pornografía en adolescentes y jóvenes de 16 a 29 años.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a la industria de la explotación sexual? Hablamos de una industria global sostenida en la violencia sexual y cuya plusvalía procede de la mercantilización, la vulnerabilidad y la explotación de los cuerpos de las mujeres y de las niñas, seccionados por partes y por funciones, con el fin de aumentar la oferta y la demanda del patriarcado industrial. Una industria en auge, extractivista y depredadora, que disecciona a las mujeres convirtiéndolas en objetos, en cosas, para diversificar la oferta e incrementar el beneficio a través del abuso. La tolerancia y permisividad de las instancias públicas con esta industria criminal constituye una política sexual neoliberal basada exclusivamente en los deseos patriarcales de dominio y en su satisfacción a través del mercado.
Sostener esta industria criminal precisa de procesos de legitimización para normalizar la mercantilización y el abuso sexual contra las mujeres y las niñas. Esther Torrado enumeró los distintos canales de este sistema estructurado y sofisticado para sostener la industria y adaptarla a la globalización y las TICs. En primer lugar, una ideología de la negación de la violencia centrada en la normalización y la justificación de actividades criminales como servicios empresariales para fidelizar clientes o consumidores. Para ello es necesaria una minimización del daño y los efectos que se producen en las mujeres reclutadas para esta industria. Se utilizan estrategias de marketing con un lenguaje moderno e imágenes atractivas para ocultar la realidad de estos negocios. Recurren a mantras patriarcales, como el mito de la libre elección, para transmitir la idea de que esas mujeres están ahí porque quieren, que lo hacen por placer y de forma consentida, así como la idea de que los hombres supuestamente lo necesitan biológicamente, facilitando así la absolución del perpetrador, tanto del proxeneta como del putero.
La hipersexualización y la cosificación de la imagen de las mujeres bajo los parámetros del porno y de la industria de la cirugía juegan un papel fundamental para convertir a las mujeres en productos y mercancía en el imaginario colectivo. Esta tendencia se ha visto amplificada con la proliferación de las TICs y los negocios online, que diversifican la oferta y popularizan sus productos, haciéndolos más accesibles desde cualquier dispositivo, con el consecuente aumento del consumo de pornografía y prostitución. Además últimamente estamos asistiendo a otra vuelta de tuerca con el intento de captación de demanda femenina con el supuesto “porno feminista,” mientras se invisibilizan las aportaciones científicas que indican que la industria va en aumento, tanto en reclutamiento como en violencia.
Durante la conferencia, Esther Torrado arrojó datos que sustentan la ya popularizada afirmación de Robin Morgan “La pornografía es la teoría de la violencia sexual, la prostitución es la práctica.” Y es que la evidencia empírica constata que los demandantes de prostitución han sido desde jóvenes consumidores de pornografía. La pornografía sirve como dispositivo de iniciación para que los varones accedan libremente a nuestros cuerpos y satisfagan sus deseos de una forma aparentemente inocua, pero que en el fondo construye una sexualidad masculina que erotiza la violencia y que luego ha de ser satisfecha a través de la prostitución. A través de su consumo continuado, se adquieren modelos que se alejan de la igualdad y reproducen el sexismo, la violencia y la dominación sobre las mujeres a través de estudiados procesos de cosificación e hipersexualización de nuestros cuerpos.
Para contrarrestar esta poderosa industria, Esther Torrado afirma que necesitamos incrementar la formación y la información afectivo-sexual en jóvenes, adolescentes y personas adultas (docentes, padres y madres). La ausencia de una buena educación afectivo-sexual y el inicio temprano y continuo del consumo de pornografía influyen notablemente en la socialización y en la relación entre hombres y mujeres. Por ello, defiende que la sexualidad es un asunto político, ya que el hecho de que las mujeres estemos sujetas a la violencia sexual toda nuestra vida nos mantiene en una continua posición de subordinación respecto a los hombres. Finalmente, Esther Torrado interpela a los estados y a las instituciones públicas, cuya complicidad por activa o por pasiva permite la existencia de estos negocios que se nutren de la desigualdad, la vulnerabilidad y la violencia contra las mujeres.
Escrito por Alicia López
Podéis ver la sesión completa aquí: