Cada 23 de septiembre se conmemora el Día Contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, una jornada de reivindicación feminista contra la prostitución. Como dice la feminista y sobreviviente de prostitución Amelia Tiganus, el sistema prostitucional es un sistema concentracionario en el que miles de mujeres son despojadas de su condición de ser humano siendo sometidas física, psicológica y económicamente para que sean violadas por consumidores de prostitución de forma industrializada.
Normalmente, los puteros no creen estar violando a nadie. Ellos pagan para poder incluso sentirse donjuanes, rodeados de mujeres jóvenes obligadas a coquetear con ellos y a satisfacer sus deseos sexuales. Creen que no son violadores porque ellos no han tenido que ejercer la violencia para tener sexo con esas mujeres. De esto ya se ocupa el proxenetismo internacional, uno de los mayores y más lucrativos negocios criminales, junto con el tráfico de drogas y el de armas. Las mafias que trafican con mujeres se encargan de que los puteros puedan violarlas con toda tranquilidad, incluso con toda tranquilidad de conciencia.
Hay muchas formas de captar mujeres para convertirlas en esclavas sexuales del sistema prostitucional internacional. Sabemos mucho sobre el tema en España, el tercer país del mundo en consumo de prostitución por detrás de Tailandia y Puerto Rico. Sabemos que hay redes de trata que se extienden por todo el mundo, y que traen a chicas jóvenes engañadas con la promesa de darles un trabajo. Nada más llegar aquí se les quita su pasaporte, son retenidas en los burdeles, se les dice que han contraído una deuda para con los proxenetas y que van a tener que pagarla, y amenazan con tomar represalias contra sus familias si se niegan a ello. Las violan, las drogan, las apalean, las dejan medio desnudas en ropa interior sensual y las obligan por todo los medios a ponerse a disposición sexual de 10, 20 o 30 hombres al día. Les dicen que tienen que coquetear con los hombres que van a violarlas, hacer que las inviten a copas y someterse a todos sus deseos sexuales, por repugnantes que sean.
Esto sucede sin que nadie, ninguna autoridad ni gobierno, sea del color político que sea, lo impida. En España, y especialmente en Cataluña, hay macroburdeles, campos de concentración de mujeres en los que son explotadas sexualmente hasta que son agotadas, destruidas física y mentalmente, amortizadas para el sistema prostitucional, o hasta la muerte. Y todo para satisfacer la gran demanda masculina de cuerpos de mujeres, que es el motivo de la existencia y el sostén económico del sistema prostitucional a nivel internacional. Una demanda que solo puede cubrirse con el negocio criminal.
Así pues, este año en Feministes de Catalunya queremos mostrar cómo hablan los puteros, esos chicos, esos hombres, que constituyen la demanda de prostitución. Para ello hemos empleado citas textuales del foro Spalumi, el Foro PL y del artículo de Beatriz Ranea (2021) “Narrativas en torno al colonialismo sexual: entrevistas a hombres que consumen prostitución en el Estado español”. En unas cuantas imágenes que recogen sus comentarios en forma de conversaciones de WhatsApp, encontramos una radiografía de la mente del putero.
Vemos el desprecio a todas las mujeres, ya sean prostitutas o sus propias parejas, viendo en la prostitución una forma de conseguir lo que no obtienen de sus novias o esposas. Vemos también su cinismo y subterfugios morales en no considerar esto un “engaño” a sus parejas, o prefiriendo acudir a prostitutas extranjeras porque así les es más fácil deshumanizarlas para poder violarlas. Además del machismo inherente a los comentarios de los puteros, el racismo y la concepción colonialista de las mujeres extranjeras es quizás lo más perturbador de los comentarios, hablando de ellas como de una variedad de productos, señalando sus ventajas e inconvenientes a la hora de violarlas. Vemos también cómo explican que la crisis hizo que más chicas españolas fueran prostituidas, y les vemos lamentándose de que los puteros con menos recursos tengan que acudir a la prostitución más barata.
La deshumanización de las mujeres en el sistema prostitucional es la misoginia, el racismo y el clasismo en su máxima y más cruda expresión. Es por esto que no caben medias tintas, y por lo que la prostitución debe ser abolida. Jamás tendremos una sociedad igualitaria mientras los hombres puedan acceder al cuerpo de las mujeres mediante el pago.