El pasado 14 de setiembre, Feministes de Catalunya organizamos un #WebinarFeminista con Paula Dapena, deportista, educadora y feminista, que nos habló de las viejas y nuevas dificultades que experimentan las mujeres que quieren dedicarse al deporte profesional. Este fue el primer webinar del nuevo Ciclo de Formación Online de Otoño de 2021.
Paula Dapena ha sido futbolista profesional, es graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Máster en Educación Física, y forma parte de Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo). La tarde del sábado 28 de noviembre de 2020, justo antes del partido de su equipo Viajes Interrías contra el Deportivo Abanca, mientras todas sus compañeras homenajeaban al recién fallecido Maradona, Paula se sentó de espaldas, negándose a rendir homenaje. Su imagen se viralizó y llegó a recibir amenazas graves por redes sociales. Se había acordado que en todos los partidos se guardaría un minuto de silencio, y ella se había atrevido a tocar a uno de los «intocables», Maradona, que acumulaba denuncias por maltrato y de quién se sabía que era un asiduo demandante de prostitución. Ironías del destino, Maradona murió un 25 de noviembre, día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha en la que no se ha guardado ningún minuto de silencio por las mujeres asesinadas en ningún partido.
El activismo de Paula Dapena no se ha reducido a esta acción; ella es una declarada feminista radical y abolicionista de género y su trabajo de final de máster ha tratado los sesgos de género en la educación física. Su ponencia comienza con una pregunta aparentemente sencilla: ¿qué sucede cuando una niña dice que quiere jugar al fútbol? La primera respuesta que recibe del entorno es un cuestionamiento que desalienta. Y ¿qué pasa cuando ya estás dentro? «Yo era la única niña en el equipo de fútbol de mi colegio. Muchos padres se quejaban porque a mí me ponían de titular y a sus hijos les dejaban fuera. Cuando un niño no podía quitarme el balón, los animaban a agredirme porque no podían tolerar que una niña fuera mejor«.
Los apelativos de tío, marimacho, lesbiana de mierda son lamentablemente demasiado frecuentes, y denotan el rechazo profundo a las niñas y mujeres que se escapan de los estereotipos de género impuestos. Tanto es así que Paula confiesa que le costó reconocer abiertamente que era lesbiana porque eso era darles la razón a sus acosadores.
Esta insistencia en acusar a las jugadoras de fútbol (profesionales o no) de ser poco mujeres o directamente hombres puede inducir o acuciar la disforia de género. Paula define la disforia como «un malestar derivado de la imposición social sexista sobre los cuerpos sexuados.” Y explica que “esto a las futbolistas nos pasa mucho, porque nos han llamado “chicos” como insulto cuando expresábamos nuestra preferencia por el fútbol».
En un solo año, ha habido 4 casos de mujeres que han empezado a hormonarse en primera liga nacional femenina. Es decir, varias deportistas profesionales están ingiriendo dosis hormonales que no solo son perjudiciales para su salud sino que además les otorgan ventajas físicas respecto de sus compañeras. Sin embargo, no tienen futuro en equipos masculinos ya que nunca tendrán una capacidad física equiparable a la de un hombre, y es que, según Paula «las categorías deportivas segregadas en base al sexo existen para garantizar la competición justa, ya que las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres hacen que tengamos diferentes capacidades físicas.»
Esto no sólo pasa entre deportistas mujeres. También hay varones autodenominados mujeres que antes de su transición eran deportistas mediocres y que, una vez comienzan a competir en categorías femeninas, consiguen triunfos inmerecidos. Sólo hay que ver la trayectoria de Hannah Mouncey, jugador de balonmano y fútbol australiano, que ha terminado compitiendo en la selección femenina siendo su miembro más destacado. Lo mismo pasa con Fallon Fox o Alana McLaughlin en las artes marciales mixtas, que han provocado gravísimas lesiones a sus contrincantes, o Gabrielle Ludwig que a sus 50 años se ha unido a un equipo universitario de baloncesto.
Paula ilustra cómo la falta de visibilidad y apoyo al deporte femenino es estructural aportando datos contundentes, desde las diferencias salariales entre hombres y mujeres hasta la cobertura mediática. Nos cuenta que en muchas ocasiones las subvenciones de los equipos femeninos se utilizan para pagar los sueldos a los jugadores de los equipos masculinos y que los horarios de los partidos femeninos se modifican para priorizar los masculinos, incluso de categorías inferiores. Se asume que hay una falta de interés mediático en el deporte femenino, pero la realidad es que los medios de comunicación no contribuyen a generar interés. La presencia de mujeres en prensa deportiva es de un 5,11%, mientras que un 92,2% es sobre hombres. Además, la mayoría de las noticias no tratan sobre los méritos de las deportistas, sino de su vida personal.
El mundo del deporte, profesional o no, es profundamente masculino y machista, y las situaciones de acoso hacia las mujeres y niñas que lo practican se repiten no sólo por parte del público, sino también de sus entrenadores, en su gran mayoría hombres. Paula Dapena muestra los resultados de una encuesta que ha llevado a cabo para conocer las experiencias de otras deportistas con sus entrenadores. Afirma que en el deporte se cruza la línea a niveles exagerados. El acoso sexual, la pedofilia y el maltrato psicológico estan presentes en muchas de las quejas que compañeras de Paula le han expuesto de forma anónima. Y concluye: «para hacer frente al acoso y la presión que sufrimos las deportistas, lo mejor es buscar ayuda psicológica profesional. Si es feminista, mejor».
Escrito por Elisa Martínez.
Podéis ver la sesión completa aquí: